lunes, noviembre 13, 2006

EL ANGEL CAIDO
Esta historia comienza con la llegada de una joven pareja a los suburbios de la ciudad. Extasiados el uno por el otro, parecen absorbidos en una simbiosis que los hace flotar en un paraíso infinito. Paraíso muy ansiado; Que esperan cambie sus vidas llenas de dolor y frustración. Vidas que harían caer en angustia hasta al más frió de los burgueses.

Ella, Maria es su nombre, es de estatura pequeña y de una belleza muy peculiar que en ciertos momentos recuerda a las ninfas de los cuadros de Bouguereau.
Por sobre todas las cosas, Maria adora regar el pasto de su casa. Comienza abriendo la llave y dejando que el choro de agua salga de la manguera; como si cada gota fuera un soldadito, y el choro completo, una infantería ávida de acabar con cada espacio de sequedad del patio de la casa. Luego se saca los zapatos y deja al acecho de los insectos sus pequeños y pálidos pies. Sus dedos se estiran tal como haría un recién nacido al despertar. Los sumerge en el césped húmedo, moja los pies y luego a su alrededor, y así está por varios minutos. Cierra los ojos e imagina estar sumergida en el mar; en un mar que nunca ha tenido la oportunidad de conocer. Todo esto le hace romper en una gran carcajada.

El, Mario es su nombre, es muy delgado y de tes morena, viste siempre con pantalones a medio caer y camisa ajustada. Sin intención alguna, iguala a la perfección la hilarante imagen de Cantiflas.
Si hay algo que llena de felicidad a Mario, es una simple frase dicha por Maria cada vez que llega de largas y extenuantes jornadas de trabajo (son de esas frases que provocan que los cuestionamientos existenciales sean totalmente fútiles). -Te amo mi niño- le dice Maria al oído; Mario después de escuchar esas palabras infla su pecho y siente que un cielo de azul felicidad entra por sus pulmones.

Los días pasan a gran velocidad y Maria se siente en cinta. Los días y las noches pasan aun más veloces. Nace un niño muy hermoso; no había rostro como ese. Todos visitan al recién nacido, es que nadie quiere dejar de conocer al nene del rostro angelical. “Que niño más hermoso” se escucha una y otra vez. “Si parece un ángel” dicen algunos. El nombre fue muy fácil de elegir: Ángel.

Pasaron los días, pasaron las noches y los años también pasaron. El pequeño ángel crecía rápidamente, parece desear alcanzar el cielo lo ante posible con sus diminutos dedos.
Maria dedica sus días y sus noches por completo a su ángel celestial. La frase que tanto ansiaba escuchar Mario, ahora se revelan por todos los espacios de la casa. “Te amo mucho mi niño”, dice Maria. Pero Mario sabe que esas palabras ya no son para el. Un ángel de rostro resplandeciente ocupa por completo el corazón de Maria.

Pasaron a un más años, el ángel de Maria es amo y señor de los calles. Todos lo siguen como hipnotizados por una fuerza indescifrable. Siguen las marcas de sus huellas en la tierra, queriendo alcanzar un poco si quiera el aura divina que rodea al ángel.

A diferencia de sus padres, el ángel anda muy bien vestido; Jeans, zapatillas, reloj y camisas, todo de marcas muy costosas que Mario ni siquiera le alcanza para desearlas en sus sueños.-Ese ángel caído anda en malos pasos- dice Mario. Pero Maria hace oídos sordos y agacha la cabeza.
– En que andas mi Ángel- le preguntó en una ocasión Maria, con una culpabilidad que la hizo sentir que juzgaba al mismísimo Dios. – En nada - contesto el. –Es que tengo mucha suerte y soy muy astuto-. Esas pocas palabras bastaron para sanar el corazón intranquilo de Maria.
Mario, en cambio, se hundía cada vez más en contradicciones y angustias. Amaba profundamente a Maria, pero odia desgarradamente al ángel de sus entrañas. –Como puede ser esto- se cuestionaba Mario. - Ese ángel portentoso, es parte de mí. Que hecho para despreciar tanto mi propia carne. Debo terminar con este odio que carcome mi alma. ¡Acaba con esto de una vez!- Se increpaba.

Pasaron días y noches de una oscuridad nunca vista. Se escuchan tres, cuatro… cinco disparos. Todos corren y gritan: “el ángel se ha desplomado en el pavimento”. “El se lo busco”, dicen otros. Maria siente como si cada disparo abarcara todos los espacios de su alma; Con mucha lentitud Maria deja de regar y abriga sus pequeños y pálidos pies. Luego simplemente sigue a la luz. Una luz que la guía hasta donde está su ángel amado.
-Perdón Madre- dice el ángel entre lagrimas de dolor. –No llores mi Angel, has vuelto y estarás conmigo para siempre- Ella lo acuna y lo acaricia suavemente, mientras, su rostro se ilumina con tal hermosura que enceguece a todos los que rodean al ángel.
A lo lejos, Mario piensa en Maria sentada junto a el y sonríe con una alegría que ya había olvidado. Luego introduce el arma en la boca y presiona con fuerza el gatillo.

Beach Boys - God Only Knows

Posteado por Cronopio a las 9:13 p. m. -