domingo, diciembre 24, 2006

CARTA A UN HIJO
Hijo mío, de seguro al ver por la ventana llegar al mensajero habrás comenzado a caminar en circulo enmarañado por saber que hacer. Si quedarse en silencio mientras golpean la puerta con un cansancio de 3 días de caminata acumulada, o abrir y recibirlo como un recluta después de una guerra sangrienta. Mi hijo, te conozco tan bien que no tengo duda alguna que hasta un plato de comida le habrás dado al recadero de la carta que te envió. Después habrás comenzado a recriminarle a tu invitado, que como me he atrevido si quiera a escribir una frase y enviártela. Pero no culpes al mensajero, ni siquiera a mí, ha sido mi corazón y el lápiz que encontré en tu viejo baúl.

Hijo mió, no me canso de decirlo… hijo mío, ¡mi hijo!; Vives en el edén, alejado de este pueblo de 4 paredes. Calabozo de anacrónicos poetas, novelistas y quimeristas zozobrados.

Hijo, ¿a donde va llegar todo esto?. Que ley más absurda la que nos han impuesto a los literatos. Nos alejan de cualquier utensilio que nos permita moldear una imagen, una ficción o una simple palabra, obligándonos a ver 12 horas diarias de hipnotizante radiación televisiva. Todos los lápices, libretas, libros y maquinas de escribir fueron arrojados en un barranco; detrás de ellos más de algún poeta se lanzo como queriendo escribir un último verso al aire antes de hacerse trizas entre rocas y cuadernos esparcidos por la orilla del río. Incluso ciertos aguerridos se atrevieron a escribir en las calles frases desahogo o simples palabras sueltas. La gran mayoría de estos soñadores han sido quemados en la hoguera de la plaza central, solo esta semana fueron ejecutadas 3. Por si fuera poco, estamos forzados a ver al menos una de las tantas ejecuciones que realizan en la semana; mas existen poetas fascistas que no pierden oportunidad de asistir a estas fiestas a la bestialidad y son vistos en cuanta ejecución se realice. En mi caso, con la cola entre las piernas, cumplo con presentarme en la ejecución del día miércoles. El miércoles que paso, fue carbonizada una anciana de estatura baja y de sonrisa tunante, al parecer por estar bajo el efecto de una droga o alcohol extraño.

La lacerante condena consta de tres pasos: Lectura del escrito. Posterior a eso, es arrojado el texto al fuego y por último lo que esperan con ansias las sádicas autoridades de este pueblo, la quema del literato.

Aunque siempre me ubico muy lejos del centro de castigo, trato de escuchar lo más posible el texto leído. Simplemente como una forma de agradecer al escritor, la valentía de no dejar morir por completo la literatura. No es extraño ver a poetas que tan solo por tener la oportunidad de ser divulgadas las palabras que agobian sus entrañas, prefieren arder en la hoguera que permanecer en silencio por el resto de sus aún más sufrientes vidas.

Hijo mío, si bien no capté con claridad todos los versos escritos por la anciana de sonrisa permanente, logré memorizar para ti algunas líneas:

                                 Vida de solubles salidas.
                                 Vida de muertes en vida.
                                 Solo espero un saludo
                                 desde el cielo.
                                 Que me permita olvidar
                                 este miedo.

                                 Vida te invento este grito agudo.
                                 Vida espero y espero
                                 la llegada de los chacales inicuos.

                                 Vida…¡Gracias vida!
                                 Por este último paladeo
                                 a las palabras de mi agobio.


Hijo de mi corazón no llores, y perdóname por hacerte entristecer; pero te pido que entiendas mi aprovechamiento. Está no es tan solo una carta para ti, es un alarido de desesperación por todos los que aquí permanecemos en un estado de permanente angustia. Como desearía poder relatarte otros temas; De tu perro Dany o de las mañanas calurosas, pero no me es posible, la vida en este pueblo no me lo permite.

Golpean la puerta hijo mío, y creo que vienen por mí. Dejaré la carta en el lugar acordado con el mensajero. Espero que puedas llegar a tenerla en tus manos. No me condenes mi hijo por hacer esto, ya tengo suficiente con el castigo que me espera.

Los golpes son más fuertes, no podré seguir escribiendo… Te adoro hijo mío.


Sonic Youth - The Empty Page

Posteado por Cronopio a las 10:51 a. m. -  2 comentarios

domingo, diciembre 17, 2006

TOSTADOR MISANTROPO
Y aquí estoy con el pan de molde en la mano, el periódico en la otra, y en esta mañana de lluvia eterna como en un cuento de Allan Poe. Nuevamente el tostador se ha estropeado y extrañamente sin previo aviso. Antes me era mucho más fácil determinar cuando el tostador iba dejar de funcionar. Bastaba con sentir el olor a pelo quemado y ver como se sobrecalentaba de tal manera que cambia de un color blanco a uno más bien rojizo. Recuerdo la primera vez que lo vi hacer eso, me asuste de una forma, que me encerré en el baño por cerca de media hora esperando escuchar una fuerte explosión que repartiera trozos del viejo tostador por toda la cocina. Pero eso nunca ocurrió. Luego comprendí que simplemente un error de fabrica provocaba que un pequeño motorcito se quemara cada cierto tiempo de uso. Ahora todo había sido muy distinto, no hubo hedor alguno, simplemente dejo de funcionar. Se apago en el sueño como un anciano deseoso de descansar de una vida trabajosa. Mas yo no dejaría que se apagara así nada mas, me ha acompañado durante todos mis años de misántropo y todavía me queda bastante pan que calentar.

- Don Hector, hasta cuando va seguir arreglando ese cacharro- me diría Doña Teresa. Pero ella sabe mejor que nadie las razones de mi terquedad por repararlo una y otra vez. Fue Doña Teresa la que me ayudó a ubicar a Ana en la cama a la espera de la ambulancia. Ambulancia que tardo 20 minutos eternos, suficientes para que la muerte se la llevara.

Los minutos previos a la partida de Ana fueron muy perturbados. Rememoro esa tarde y veo lo muy calurosa que fue. Parecía haberme fundido a la silla de ruedas y estaba ansioso que Ana llegará con el ventilador nuevo.

Ahora que recuerdo bien, deseaba ver entrar por esa puerta más al ventilador que a Ana. Simplemente me conformaba con que el ventilador tuviera unos piececitos que le permitieran caminar desde el supermercado, mientras Ana seguía realizando las compras achicharrada por horas con un sol que quemaba la piel. Después de muchas horas en las que la ansiedad por tener ese ventilador se transformaron en ira, vi entrar a Ana por la puerta. Parecía haber atravesado el desierto con ese montón de bolsas que estaban a punto de cercenarle los dedos. Sin ayudarla en lo más mínimo, pregunte por lo que había estado esperando durante toda la mañana. –¿Trajiste el ventilador, Ana?-. Ella me miro con una cara como tratando de entender mi pregunta, mientras las bolsas caían de sus manos –No quedaba ninguno-, me dijo, -me indicaron que es probable que la próxima semana estén a la venta nuevamente-. Al escuchar lo que decía Ana, di la vuelta y me encerré en el baño como un niño mimado.

¿Qué será lo atrayente de ese baño, que en cada ocasión en que he necesitado ocultarme como un cobarde, me recibe con las manos abiertas?. Lo hizo cuando precisé evadir a Ana, y también cuando me oculté del posible estallido del tostador. Pareciera que no solo sirviera para lavar la mugre externa, si no, para limpiar mis pusilánimes rabietas.
-No seas tan rabioso, te traje un tostador para que calientes el pan-. Me dijo. Después de unos minutos de discutir con el espejo del baño, decidí salir. Mientras veía a Ana tendida en el suelo me paralice completamente, y no solo yo, la silla de ruedas parecía no querer avanzar, como si sus ruedas repentinamente hubieran tomado una forma rectangular que impedían su movilidad. Sintiéndome un total inútil, comencé a llamar como un desaforado a Doña Teresa.

Al día siguiente la ola de calor que acechaba la ciudad desapareció por completo.

Ana, siempre fuiste tan precavida; es muy probable que hubieras sabido con antelación del fin de las temperaturas altas y simplemente decidiste no comprar el estúpido ventilador. Que digo, el estúpido fui yo, yo mi enceguecimiento que me impedía ver lo maravillosa que eras. O Ana, sustento de mi vida perdida, no sabes lo difícil que se torna cada año sin ti. A pesar de que riego a diario tus rosas, jazmines y margaritas, me ha sido imposible evitar que se marchiten, mejor dicho, toda la casa está marchita y envejecida. Las colillas que se acumulan entre los cojines del sofá, las migas de pan ocultándose detrás de la cocina y mi corazón desangrándose por todos lados. Es cierto que debería asumir de una vez por toda tu partida, pero no soy yo el que no quiere olvidarte, es mi alma que te tiene adherida como un molusco a una roca. No sabes Ana, como ansío odiarte a ti y a tu obsesión por entregarme toda tu vida, y conformarte con mis torpezas y berrinches sempiternos. Maldita y amada Ana que me lo diste todo, hasta un tostador para calentar el pan en mis días de eterna soledad.


Nacho Vegas - Ocho y medio

Posteado por Cronopio a las 8:04 p. m. -  4 comentarios

viernes, diciembre 08, 2006

DEL CUENTO AL VERSO

Del cuento al verso endecasílabo.

Cuando el yo muestra el que creo ser yo...

Cuando el yo muestra el que creo ser yo
y se comienzan a romper los pasos,
se pierde todo lo que el yo mostró
dejando ilusiones echas pedazos.

Las calles llenas de pájaros nocturnos,
pájaros sangrientos y empapados.
Me obligan a dar pasos taciturnos,
pasos en falsos pero no falseados.

El alambrado de muchas esquinas
dificultan el posible retorno,
mas planto bombas en un masetero.

Y soy ayudado por niñas muy finas.
Pero no hay salida de ir al fondo.
Me voy directo al desbarrancadero.


Del verso endecasílabo al verso suelto.

El camino a la cama habla por si solo...

El
    camino
                a la cama
                                 habla
                                          por si solo…
Ya no estas y yo no estoy

Me miro al espejo y ya no estas
me miro al espejo y extraño tu piel
recuerdo tu boca y extraño tu rostro

Redondo rostro, inspiración de consolación y amor.

Mis sueños esperan tu llegada
y tus besos con rostro acalorado
los dedos de tus pies estirándose
tus zapatos apretados.

Las manos entrelazándose empiezan a soldar nuestros cuerpos.
Pero el espejo se ha roto,
y el camino a la cama fue errado

Te veo nuevamente en mis sueños.
tu cuerpo viste uniformes indeseados,
despreciados y hurtadores de piel y oxigeno.
Me das tu beso en la sombra… y extraño tu rostro sin sonido.

Se extraña lo extraño,
de tus palabras interminables
palabras esperadas en penumbra
pero nunca agotadoras.

Me extraño de todo.
De la vida eterna no cumplida,
de una ciudad en crepúsculos no conocida
y de los pasos en falsos no cuidados.

Estos sueños agobian mi agobio,
me agobia la pena y la noche que apabulla.
No se resiste ni el día
ni el camino que llora poesía

Será mejor calmar el alma con una pastilla,
calmante de neuronas y melancolías.


Smog - Palimpsest

Posteado por Cronopio a las 5:56 p. m. -  1 comentarios